Horas eternas, acostumbrado a vagar solo por el sendero de la noche, cazando y alimentándose de sus propios demonios. Desde la colina se le puede observar caminando al lado de sus sombra, fiel compañera, aceptando su soledad como un castigo o como una bendición, no tiene manada, pero eso no es impedimento para que todas lo respeten; por las noches el frío no es problema alguno, se calienta con su propio dolor. Todos dicen que no tiene alma, un errante mas, pero cuentan historias de que alguna vez la tubo, un alma noble y tierna, tan llena de paz y dulzura que hacia fácil amarlo y le facilitaba amar, hoy día él es gris, oscuro, su mirada es perdida, en sus ojos no se observa ni gota de sentimiento, no hay felicidad, no hay tristeza y lo peor no hay esperanza, solo una pequeña luz que titila en el fondo haciendo recordar lo que alguna vez fue y aguardando que algún día lo vuelva ser.
Hoy no lo he visto se ha desvanecido entre el bosque, entre la niebla y la oscuridad de la noche, aparecerá algún día y lo veremos desde esa colina caminando al lado de su sombra, fiel compañera y siendo perseguido por su soledad.